Comentario
Como defensa del régimen liberal se organizó en este periodo la Milicia Nacional. Ya la Constitución de 1812 en su Título VIII contemplaba la existencia de dos tipos de fuerzas militares nacionales. Además de la fuerza militar ordinaria, establecía en el artículo 362 que "Habrá en cada provincia cuerpos de milicias nacionales, compuestos de habitantes de cada una de ellas, con proporción a su población y circunstancias". Las Cortes de 1820 se ocuparon desde el primer momento de la creación de esta milicia. Su objetivo era en principio el de velar por el orden público y por el orden político, aunque, como pone de manifiesto Pérez Garzón, esos son dos conceptos que se identifican en una situación revolucionaria. La creación de esta milicia implicaba el adiestramiento de los ciudadanos en el manejo de las armas y su éxito debía basarse en el entusiasmo que los liberales mostraban en la defensa de sus principios. Por eso inicialmente se pensó en una fuerza voluntaria, en el convencimiento de que llegaría a reunirse un contingente de alrededor de medio millón de personas. Sin embargo, la realidad fue que no llegaron a cubrirse las cifras previstas y hubo que recurrir a la recluta forzosa.
La Milicia Nacional estuvo dominada por los elementos más exaltados y radicales desde el punto de vista ideológico. En palabras de uno de los líderes radicales, Romero Alpuente, los exaltados se propusieron hacer de la Milicia "la Patria armada". Su incompatibilidad con el ejército ordinario hizo imposible que sus mandos fuesen reclutados de entre los cuadros del ejército y hubo que nombrar a los oficiales retirados. Eran frecuentes los actos de indisciplina y de insubordinación, por lo que la Milicia distaba mucho de ser una fuerza organizada y eficaz. Aunque en muchos aspectos guardaban una similitud teórica con el ejército profesional, sobre todo en lo que se refería a la organización, jerarquización, e incluso uniformación, los milicianos fueron convirtiéndose en una fuerza local dependiente de los respectivos ayuntamientos, los cuales a su vez se vieron mediatizados por ella.
A lo largo del Trienio, la Milicia Nacional dio sobradas muestras de su entusiasmo en la defensa del régimen liberal. En las intentonas realistas que se produjeron en estos años, así como con motivo de la invasión francesa de 1823 que daría fin al dominio de los constitucionales, la milicia jugó siempre su papel de protector del sistema. No fue tan diligente, en cambio, en lo que respecta al mantenimiento del orden público. Incluso hay pruebas de que a veces algunos de sus miembros tuvieron una participación destacada en la incitación a los desórdenes. En todo caso, no puede dejar de reconocerse el destacado papel de la Milicia Nacional en el desarrollo de los acontecimientos en este periodo y, especialmente, su protagonismo en la vida local de las pequeñas poblaciones.